LA VOLUNTAD PUESTA EN LA DIVERSIÓN FUNCIONAL.
IDEAL EL EJIDO
Son las nueve de la mañana de un viernes cualquiera cuando Jorge Gutiérrez se adentra, como cada semana, en la sede con la que la Asociación Almeriense de Daño Cerebral Vivir cuenta en el centro de El Ejido. Sus usuarios le reciben con los brazos abiertos. Arranca la hora de la meditación y la relajación.
«Empezamos con una meditación guiada, una especie de sesión de relajación con la que incluso hace poco emulamos un viaje a Japón. Primero les sugestionamos con imágenes de ese lugar, utilizamos música oriental, y nos ayudamos con las palabras, las pausas y la relajación», explica Jorge. Pero una hora más tarde, llega la hora de desayunar.
«A las diez es cuando salimos fuera. A ellos les encanta salir a desayunar y por eso siempre dedicamos un tiempo cada viernes para salir por el centro, o si hace buen tiempo, ir hasta el Parque Municipal», señala este monitor de ocio y tiempo libre.
Como recuerda, hace cuatro años que llegó a esta asociación para ofrecerse como voluntario. «Todo empezó cuando comencé a estudiar la carrera de educador social. El primer año nos pidieron que realizáramos tareas de voluntariado y después de conocer lo que hacían, decidí acudir a 'Vivir'», relata. De hecho, y a modo de anécdota, Jorge cuenta cómo al poco tiempo volvió a insistir a los responsables del colectivo, porque tardaron algún tiempo en llamarle. «Me presenté allí y les pregunté si tenían algo que ver mis pintas, yo en aquellos tiempos vestía de otro modo, tenía tatuajes, y pensé que por eso quizás no me habían llamado», bromea. Nada más lejos de la realidad. Se apresura a aclarar la directora de la Unidad de Día, Loli Olivencia. «Habíamos sufrido una inundación y estábamos limpiando la sede, por eso no habíamos podido llamarlo aún», concreta.
Y es que el papel que para ellos desempeña este voluntario, que hoy compagina esta labor con la de monitor de ocio y tiempo libre cada viernes en la asociación, «no está pagado». Como añade Olivencia, «hemos tenido muchos voluntarios, y los tenemos a día de hoy, y todos son maravillosos, suponen un apoyo importantísimo, pero siempre he tenido debilidad por Jorge, nuestro Jorge», reconoce. Su apoyo incondicional a los usuarios y al propio colectivo, «siempre está dispuesto cuando le requerimos», motivó a la asociación a contar con él también como parte de su plantilla con media jornada a la semana, para abordar un espacio que hasta ese momento no se había cubierto, el del ocio y el tiempo libre, hace ya dos años. Pero él también continúa con sus apoyos como voluntario.
Talleres
Cada viernes, cuando terminan de desayunar, monitor y usuarios vuelven a las instalaciones de 'Vivir' para continuar con la realización de sus talleres y terapias. Pero en esta labor Jorge tampoco está solo. Diana Mesa y Judit Granados ejercen como voluntarias de apoyo. Para ambas, la primera trabajadora social y que hoy se forma en Educación Infantil, y una estudiante de último año de Educación Social, lo que ellas reciben de esta labor es mucho mayor que cualquier otra gratificación económica que se les pudiera llegar a ofrecer.
«Comprobar su progreso no sólo beneficia a los usuarios, también a nosotros, nos hace crecer como personas», subraya Diana. Y Jorge asiente con la cabeza. «Para mí es un desarrollo esencial, personal, todo lo que me aporta no se puede pagar con dinero», asevera.
De esto último también son conscientes los responsables de la asociación. «Nos apoyan mucho, ahora por ejemplo vamos a retomar un taller agrario en Clisol Agro y si no fuera por su ayuda no podríamos desarrollarlo», apunta la presidenta de 'Vivir', Dolores Prados.
Ante la pregunta a Jorge de por qué decidió formarse como educador social pasando la treintena de años, hoy ya tiene 36, él lo tiene claro. «No fue una cuestión de tener o no un título. Yo ya me había formado como monitor deportivo, de ocio, aún a día de hoy imparto clases de baile y yoga a niños, y me había formado en materia deportiva, pero quería hacer algo más, sentirme útil, poder ofrecer un soplo de aire fresco a otras personas», expresa. Y así, a punto de terminar sus estudios universitarios y con más de cuatro años de experiencia como voluntario a sus espaldas, Jorge quiere ahora realizar sus prácticas finales en un centro de menores. Eso sí, ni se plantea dejar a quienes considera ya sus amigos de la Asociación Almeriense de Daño Cerebral 'Vivir'.
Tampoco da la sensación de que, llegados a ese punto, sus usuarios se lo permitieran. Porque la unión creada a estas alturas con Aitor, Ramón, José, David, Alberto, Luis o Ángel, por citar sólo a algunas de las personas con las que ha podido compartir estos años, se hace más que evidente. «Ángel lleva aún poco tiempo con nosotros, apenas tuvo el accidente hace año y medio, practicaba deporte, iba con su bicicleta y un vehículo le atropelló», cuenta la presidenta de la asociación. Desde que llegó a 'Vivir' su equipo de profesionales interdisciplinar alterna las terapias que necesita tanto físicas, como psicopedagógicas y rehabilitadoras, al igual que hace con el resto de usuarios. «Poco a poco se va integrando a los talleres colectivos, y eso en parte le ha ayudado a conseguirlo Jorge, con él se entiende muy bien», afirma Dolores Prados.
Como Jorge se encarga de definir, «yo entiendo la discapacidad como una diversidad funcional, cada uno podemos tener o desempeñar una función diferente, al igual que cada persona necesita una terapia individual, pero a su vez otra colectiva, en función de sus necesidades», apostilla.
Habilidades sociales
Según desglosa la directora de la Unidad de Día de 'Vivir', «los viernes nuestro centro está dedicado al ocio y al tiempo libre. Este taller se puso en marcha para fomentar las habilidades sociales de las personas afectadas con daño cerebral, y en este programa desde hace dos años ha participado siempre Jorge, ha tenido siempre tan buena aceptación que fue cuando decidimos dejar exclusivamente los viernes al ocio. Desde entonces Jorge se organiza con la programación que se va a llevar durante todo el año, pero también suele improvisar ya que él es una persona que da mucho entusiasmo y alegría en el trabajo con las personas dependientes», subraya.
Así las cosas, «el poder hacer algo, aportar a los demás, sentirte útil» es la principal conclusión para el desempeño de su labor a la que llega Jorge si se le pregunta por qué decidió dedicar su tiempo al voluntariado. Él tiene claro que el desarrollo personal sólo es entendible desde la diversidad funcional, y que por mucho que pasen los años su mejor recompensa es la de poder recoger los frutos de la mejora que siembran las propias personas a las que atiende. Y ellos, se lo devuelven cada día a él en la misma medida.
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