UNA PROVINCIA SIN MUSCULO INDUSTRIAL.
IDEAL.ES
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Sólo el 8,2% del producto interior bruto de Granada es generado por el sector secundario, una décima parte de la riqueza creada por los servicios. La provincia ocupa el puesto 44 en el ránking nacional de empleo en esta rama económica
Cuando a comienzos del siglo XX empezaron a abandonarse las fábricas
de remolacha azucarera en torno a las que la Granada que hoy conocemos
iba tomando forma nadie pensó que un siglo después la provincia tendría
atrofiado su músculo industrial y se abrazaría al sector servicios para
sobrevivir entre una de las tasas de paro más altas de España.
Ahora no se puede esperar salir al centro de la capital y contemplar la
típica chimenea industrial desalojando humo, resultado del trabajo de
decenas de operarios que dentro de sus instalaciones recibían una
materia prima y la transforman en algo nuevo; pero tampoco se dejan ver
en el Área Metropolitana o en otras comarcas de la provincia. El peso de
la industria de Granada en el empleo ha caído del 13,7% al 8,7% en los
últimos 35 años, pero ha soportado la crisis de 2008 mejor que otros
lugares próximos como Málaga.
En 1980 Granada tenía a 25.900 personas empleadas en el sector secundario, según la encuesta de población activa (EPA). Suponían el 13,7% de los trabajadores totales con los que contaba la provincia. Ya entonces existía una brecha importante con el resto del país, en donde el 27,2% de los jornaleros trabajaban en fábricas. La EPA –si se calcula la media de las cuatro publicaciones realizadas durante 2015– muestra ahora que en Granada hay 26.600 operarios industriales, un 8,7% del total de asalariados y solo 700 más que hace 35 años.
El empleo que genera la industria de la provincia es poco. Algo menos de uno de cada diez granadinos que se encuentran ocupados lo hacen en el sector secundario. Estos puestos de trabajo, sin embargo, son estables y se encuentran mejor pagados que las tareas desarrolladas en otros los otros sectores económicos: agricultura, construcción y servicios. Las principales empresas tuvieron en 2014 una tasa de empleados fijos por encima del 60%, cifra que es mayor en las sociedades que no trabajan con una materia prima estacional. La encuesta anual de coste laboral muestra que los trabajadores industriales son los que, de media, más cobran en Andalucía y en Granada. Los ingresos brutos de los profesiones del sector servicios se sitúan en 19.751 euros anuales –cae un 0,5% con respecto a 2007–, mientras que la construcción es retribuida con 20.893 euros. Muy por encima se encuentran los trabajadores industriales, con 24.784 euros. Supone algo más de dos mil euros al mes y un incremento del sueldo bruto del 15,5% desde que se inició la crisis.
Las cifras actuales reflejan una concepción extendida. El peso de la
industria en la economía granadina no ha sido relevante a lo largo de su
historia, a pesar del talento que la Universidad ha venido generando
década a década. A diferencia de lo que sucede en otros países europeos o
en algunas comunidades del Norte de España, en Granada el sector
público es el que ha ido soportando y financiando la investigación y el
desarrollo, algo que ha impedido a la provincia forjar sociedades
industriales al ritmo de otros países de Europa, en los que han sido la
propias fábricas las que han generado las inversiones en conocimiento.
Diferentes expertos consultados por IDEAL consideran que la brecha existente entre Granada y otras provincias andaluzas viene derivada de la falta de cultura cooperativa, que ha dado fuerza a otras regiones que viven de la industria agroalimentaria, como Córdoba o Jaén. Tampoco Granada se ve como una tierra de oportunidades entre quien pone en marcha un negocio que no esté vinculado con el sector servicios. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se refirió a esto en la entrega de los premios Ideales en noviembre del pasado año: «La tasa de paro de Andalucía –y por ende de Granada– es superior a la de España o la europea a causa del déficit industrial que el territorio que viene arrastrando desde hace años y que hay que superar».
En 1980 Granada tenía a 25.900 personas empleadas en el sector secundario, según la encuesta de población activa (EPA). Suponían el 13,7% de los trabajadores totales con los que contaba la provincia. Ya entonces existía una brecha importante con el resto del país, en donde el 27,2% de los jornaleros trabajaban en fábricas. La EPA –si se calcula la media de las cuatro publicaciones realizadas durante 2015– muestra ahora que en Granada hay 26.600 operarios industriales, un 8,7% del total de asalariados y solo 700 más que hace 35 años.
El empleo que genera la industria de la provincia es poco. Algo menos de uno de cada diez granadinos que se encuentran ocupados lo hacen en el sector secundario. Estos puestos de trabajo, sin embargo, son estables y se encuentran mejor pagados que las tareas desarrolladas en otros los otros sectores económicos: agricultura, construcción y servicios. Las principales empresas tuvieron en 2014 una tasa de empleados fijos por encima del 60%, cifra que es mayor en las sociedades que no trabajan con una materia prima estacional. La encuesta anual de coste laboral muestra que los trabajadores industriales son los que, de media, más cobran en Andalucía y en Granada. Los ingresos brutos de los profesiones del sector servicios se sitúan en 19.751 euros anuales –cae un 0,5% con respecto a 2007–, mientras que la construcción es retribuida con 20.893 euros. Muy por encima se encuentran los trabajadores industriales, con 24.784 euros. Supone algo más de dos mil euros al mes y un incremento del sueldo bruto del 15,5% desde que se inició la crisis.
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Diferentes expertos consultados por IDEAL consideran que la brecha existente entre Granada y otras provincias andaluzas viene derivada de la falta de cultura cooperativa, que ha dado fuerza a otras regiones que viven de la industria agroalimentaria, como Córdoba o Jaén. Tampoco Granada se ve como una tierra de oportunidades entre quien pone en marcha un negocio que no esté vinculado con el sector servicios. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se refirió a esto en la entrega de los premios Ideales en noviembre del pasado año: «La tasa de paro de Andalucía –y por ende de Granada– es superior a la de España o la europea a causa del déficit industrial que el territorio que viene arrastrando desde hace años y que hay que superar».
PIB
El problema del tejido industrial granadino va más allá, ya que la
transformación del trabajo en riqueza es muy limitada. El producto
interior bruto (PIB) –el valor que radiografía la creación de bienes y
servicios de un lugar– muestra el estado de la provincia. Sólo el 8,2%
del dinero que se genera en Granada proviene del sector secundario.
Dentro de él, el 5,5% se crea desde la industria manufacturera, aquella
que integra a la agroalimentación, la metalurgia o los trabajos
químicos. Un obrador, un armador de automóviles o un laboratorio
farmacéutico son ejemplos de ello. El resto de la riqueza industrial se
consigue a través de la industria extractiva –la minería, sobre todo–, y
la energía. Juan José Martín, delegado de Economía de la Junta de
Andalucía en Granada, sabe que se puede dar más de sí: «La industria no
ha tocado nunca techo». Esperanza Nieto, integrante del equipo de
trabajo de Analistas Económicos de Andalucía, recuerda que la
«importancia relativa de la industria, en porcentaje del PIB y empleo,
en la provincia de Granada ha sido históricamente menor que en Andalucía
y España».
Mejoría
Entre tanta cifra y análisis negativo hay esperanza. La industria no
manufacturera de la provincia –en Granada se reduce a minería y energía–
es la que otorga uno de los datos a los que se puede agarrar la
provincia para ver el lado positivo de las cifras industriales. El
dinero generado por el sector secundario granadino subió una décima
durante la recesión económica, mientras que los datos globales de España
muestran una pérdida de importancia del tejido industrial de cuatro
décimas. La energía y la irrupción de nuevas sociedades que apuestan por
la tecnología son las ramas que aportan al PIB provincial una mejora
desde que arrancó la crisis y las fuentes de trabajo de la industria en
los últimos años. La destrucción de empleo industrial que empezó en 2008
fue, en términos relativos, inferior en Granada que en el conjunto del
sector secundario de Andalucía, aunque el peso de estas nuevas compañías
todavía es muy limitado.
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