GRANADA HOY
EL MADRID GANA LA "UNDECIMA" 1-1
Los de Zidane recuperan la corona europea en
los penaltis, donde Juanfran falló el cuarto del Atlético y Ronaldo no
perdonó en el quinto. Antes, Ramos adelantó a los blancos, Griezmann
erró un penalti y Carrasco forzó la prórroga.
Artículos relacionadosEl Real Madrid ensanchó su leyenda como el Rey de Europa con la
segunda Liga de Campeones en dos años, su undécima, la más sufrida de su
historia que confirma la resurrección en un año reconducido por
Zinedine Zidane, con intercambio de papeles respecto a Lisboa.
El equipo blanco marcó primero, de nuevo por medio de Sergio Ramos, pero Carrasco empató en la recta final del partido y el Real Madrid inclinó la balanza de su lado con la fortuna en los penaltis tras un fallo de Juanfran. El fútbol le debe una al Atlético. Una más. La crueldad se tiñe de rojiblanco en una final en la que nadó a contracorriente, dio todo por llevar el duelo a la prórroga y solo hincó la rodilla por un error en el lanzamiento de Juanfran en el cuarto penalti de la tanda. Un duelo llevado al extremo de sacrificio y entrega. Una final histórica que cubrió con pasión la falta de buen fútbol.
Era tan reciente la espina de Lisboa que era una utopía pensar que no marcaría el duelo en Milán. Tan solo 735 días después. Simeone, el técnico que ha instalado al Atlético de Madrid entre los más grandes de Europa, cometió errores de los que necesita desquitarse. Aquella alineación de Diego Costa lesionado que restó un cambio en los instantes en los que faltaba el oxígeno. Estratega del fútbol, volvió a sorprender en su planteamiento inicial en San Siro. Donde situase la línea de presión marcaría el duelo.
La adelantó. Fue a por el Real Madrid. Mordió en la salida de balón, dificultándola y corriendo riesgos con una defensa casi en el centro del campo ante la velocidad de la BBC. El Real Madrid que el Cholo esperaba al contragolpe lo provocó él mismo con su planteamiento. La historia es un intangible que se plasma en las finales. Respalda a un Real Madrid que comenzó con seguridad. Agarrado a su mejor imagen defensiva del curso. Sin sorpresas de Zidane y con sus cartas sobre la mesa para conquistar el título. En Modric y Kroos recaía la responsabilidad ante rivales que siempre les encimaron. Debían sacar su calidad para elaborar acciones que enganchasen con Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema.
Los duelos igualados se deciden por pequeños errores y en esta ocasión fueron rojiblancos de inicio. Sorprendentemente el equipo del 'Cholo' defendió mal el balón parado y concedió dos faltas evitables en los costados que le costaron caras. La primera la sacó Oblak con una parada milagrosa. El centro cerrado de Bale fue rematado en el área chica por Casemiro. El pie izquierdo en una intervención repleta de reflejos evitó el tanto tempranero. Al duelo le faltaba belleza, pero le sobraba intensidad. Koke dio el primer aviso con remate en semifallo y Carvajal quedaba condicionado en una final que jamás olvidará, por una amarilla a los once minutos tras una entrada dura a Griezmann y su posterior lesión muscular.
El jugador que desequilibraba era Bale. Aparecía en cualquier rincón, en esfuerzos defensivos o desafiando en carrera ofensiva a rivales. Juanfran cometió un error infantil. Su falta clara en un costado, con el galés recibiendo de espaldas, generó el gol al cuarto de hora. El centro de Kroos lo peinó Bale al primer palo y apareció Ramos, en un baile de agarrones con Savic, para congelar el tiempo y recuperar el papel de héroe de la Décima en una nueva final. En posición dudosa, ligeramente adelantado al rival, remachó a la red el tanto que rompía la igualada final. El destino le tenía reservado su primer gol europeo del curso para otro momento de gloria tras su campaña más irregular.
Fue un directo anímico al mentón rojiblanco. Se había ganado a pulso su regreso a la final, eliminando a los dos grandes favoritos Barcelona y Bayern, y su lema, "nunca dejas de creer", era el mejor argumento para levantarse. Físico le sobraba a los dos equipos, con dos semanas para preparar la cita y vaciarse. Era la cabeza lo que jugaba en contra del Atlético, pero se lanzó con firmeza a por la remontada fuesen cuales fuesen los sucesos en su contra. La duda inicial que insufló Bale con alguna acción veloz devorando espacios no tardó en desaparecer. Bien por personalidad rojiblanca o por comodidad madridista con el marcador a su favor, el dominio blanco sin peligro, intentando dormir el ritmo del encuentro y ganar seguridad con la posesión, se acabó convirtiendo en riesgo por la invitación a atacar a su rival.
Así comenzó a llegar el Atlético, sin inquietar a Keylor pero cambiando la dinámica y recuperando confianza. Un remate desviado de Juanfran y los incansables intentos de Griezmann alentaban a la esperanza. Los del Cholo necesitaban la personalidad de Koke, que se dejó caer al centro. Impreciso de inicio en dos pases con riesgo, pero bueno el tercero para conectar con el delantero francés que chutó blando a las manos de Keylor. El Real Madrid desapareció de San Siro. Apenas un robo de un omnipresente Casemiro le hizo correr y generar una acción mágica de Benzema, en un regate veloz, un uno dos que ni vio Godín pero evitó Oblak en el centro peligroso. El cambio de plan de ruta madridista era un error, permitió recuperar confianza al Atlético.
La fiesta del fútbol español tenía lo mejor guardado para la segunda mitad. Cuarenta y dos años de espera rojiblanca, la forma de perder en Múnich y Lisboa, le impulsaron en busca del gol. Otra vez el cambio de Carrasco, como en Múnich, varió su identidad. Salió decidido y pronto encontró la mejor oportunidad de lograrlo. Pepe cayó en la trampa de Fernando Torres, que vivía el partido de su vida. Llegó tarde y arrasó el cuerpo del delantero.
El penalti lo pidió Griezmann. Disparó con el corazón y con exceso de potencia. El travesaño repelió el esférico que botó delante de la línea de gol. Su fallo no se le fue de la cabeza en toda la final. Perdió protagonismo por más que Simeone le llamó a la banda para insistir en que su gol llegaría. Estaba Carrasco para asumirlo. El francés agudizó las dudas blancas y exhibió sus virtudes. Sobrado de carácter, el Atlético mereció el gol. Con Gabi tirando de galones al mando peleó hasta que lo encontró. Tras un córner la tuvo Savic, Saúl chutó fuera. El Real Madrid estaba demasiado estirado, centrado en defenderse, pero con una distancia abismal entre líneas. Lo quiso corregir Zidane con un cambio extraño. No tocó la BBC, que pedía oxígeno, y retiró el campo a Kroos por Isco.
Al contragolpe volvió a crear peligro el Real Madrid. Modric vio a Benzema, con metros para correr y pensar como superar el mano a mano que se le presentaba ante Oblak. Aguantó en exceso y su disparo fue tapado por el esloveno. Nuevamente decisivo. Tuvo que esperar 78 minutos Cristiano para tener su primera oportunidad. En carrera apostó por la potencia en la definición. Centrado. Sencillo para un seguro Oblak. Segundos después encontró un rechace tras lucha de Bale y a su gesto de habilidad no le acompañó el gol. La tuvo el galés que vio como la sentencia la sacaba bajo la portería la defensa rival.
Y se pasó al empate. Los errores se pagan caros en el fútbol. Perdonó y lo pagó el Real Madrid. Juanfran compensó su error del gol madridista con un centro perfecto a Carrasco, que chutó empujado por todos los atléticos que no pararon de animar perdiendo en el marcador. Del minuto 93 de Lisboa al 78 de Milán. Los miedos hicieron un viaje de ida y vuelta. Tenía al Real Madrid tambaleándose, pero el Atleti tomó aire. La pausa le pudo costar la final. Bale remató a la espalda de Pepe un saque de esquina. Marcelo puso un centro potente peligroso. Y en esta ocasión el 93 tenía guardada una acción polémica. Ramos se jugaba la expulsión con una entrada que cortaba el ataque de Carrasco. Se quedó en amarilla, la misma que recibió Gabi por su queja.
Nacía la prórroga con dos equipos midiendo su preparación física. Con futbolistas al límite, acabando con calambres o percances musculares. El orgullo madridista le hizo buscar el triunfo, romper una dinámica negativa ante un rival que le tiene tomada la medida. Casemiro no superó a Oblak y tiraba de individualidades con Bale y Cristiano buscando sin éxito el premio final. Siempre en saques de esquina, ambos remataron a la espalda de Pepe o Filipe. El Atlético se instaló en su terreno y ya no volvió a inquietar. Acabó pidiendo los penaltis como todos los jugadores, al final extenuados.
Todo a una carta para dos eternos enemigos. La gloria a un paso, el infierno también. Marcó Lucas el primero, respondió con personalidad Griezmann en el penalti más difícil de su carrera. Marcelo ajustó su zurdazo, respondió a la escuadra Gabi. Oblak no se movía y Bale le superó por el mismo lado, su izquierdo. Saúl respondía con toque de clase a la presión. Ramos se ganaba el premio al mejor jugador del partido y Juanfran la peor noche de su vida. Su disparo ajustado lo repelió un poste. Todo quedaba en las botas del mejor lanzador del Real Madrid. Y Cristiano dio la Undécima al Rey de Europa.
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