Y SIN QUIERE LLOVER FARO DE MOTRIL
En febrero, según el refrán, busca la sombra el perro y en marzo el perro y el amo. Marzo hizo bueno al refrán siendo ventoso y tacaño en lluvias. Y me recordó mi cumpleaños, que siempre se le suele olvidar a alguien. Un cumpleaños más que me acerca al final.
Los cortijeros necesitamos de esas aguas montadas en rebaños de nubes caprichosas. Y somos entendidos en los misterios del cielo. Creemos a pies a juntillas en el almanaque zaragozano, que es evangelio en cada casa cortijo. Creemos en las cabañuelas, en las retornas y en fenómenos ocultos como las señales del cielo en noches de San Juan.
Me crié en cortijo donde las norias de canjilones de barro giradas por borriquillos, con orejeras, iban sacando del pozo miserias de agua para refrescar lo que sería cosecha que sólo era esperanza. He visto a un niño mover un arbolillo para que soltara el rocío el agua acumulado durante la madrugada y noche, para, refrescar a una amapola de trigal sedienta ¡¡Cuanta delicadeza y caridad tenia aquel chiquillo!¡¡ ¡¡¡Que grandeza es la del alma de un niño bien, enseñada!!! ¿Pero quién enseña al alma?
Los secaneros visten pana raída, y suelen ir acompañados de perro cazador. Su semblante es serio. Y los cortijeros de “reguerito” es gente mejor vestida, y se le nota poderío. Y otra vez viene hoy mi escrito con el llanto del agua porque lo llovido este año ha sido nada. Las cosechas si no llueve no serán cosecha. Pero habrá quien quiera que llueva para que su novia luzca las botas de agua, el paraguas colorista, regar el campo de golf, o llenar la piscina. Ya escribí, que los políticos habían taponado el río Guadalfeo y encarcelado el agua en su presa de Rules. Aguas que podían regar en muchos marjales en cotas altas donde el agua hace falta. Pero a los políticos se les olvidó la canalización y ahora en visita a nuestra tierra, el consejero de Medio Ambiente nos promete esas aguas.
Los cortijeros de “reguerio” están preocupados y a punto de “apuntarse” al almanaque zaragozano. Y los secaneros tienen la pana mas raída y están hartos de mirar tanto para el cielo. Y unos y otros siguen sin creer en los políticos. ¿Y qué pensará de los políticos y de los hombres el niño que sacudió un arbolillo para que el roció pegado durante la noche y madrugada calmara la sed de una amapola?
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