La candidatura de Polonia está en cabeza al
contar con respaldo de sus instituciones. Este acroproyecto implica una
inversión de 600 millones.
Esta infraestructura forma parte del macroproyecto científico IFMIS-DONES, en el que España, con su parálisis gubernamental generalizada, ha perdido comba en detrimento de Polonia, que está pujando de manera muy seria por ganar la batalla y ser finalmente la sede que elija Europa, bajo la decisión del organismo Fusion for Energy (E4F), ubicado en Barcelona. Y el tiempo apremia, pues queda poco más de un mes de plazo para que las instituciones implicadas sumen una oferta económica y de ubicación lo suficientemente interesante para remontar la situación y demostrar que el sur de Europa es la mejor solución posible para expandir la energía de fusión dentro del viejo continente.
De hecho, si no hubiera tanto secretismo e incertidumbre por parte de las instituciones, la de Granada estaría considerada como la candidatura más fuerte, al pertenecer al país con más ingenieros, científicos y empresas trabajando dentro de IFMIF (Instalación Internacional para la Irradiación de Materiales de Fusión). Lo que supone ademas un valor añadido, ya que España ha sufrido desde la crisis una gran merma de investigadores y solamente apuestas decididas por la ciencia como un gran acelerador de partículas podrían recuperar parte de ese talento que ha ido emigrando progresivamente. Las cifras ponen de manifiesto lo imponente de esta iniciativa. La inversión superaría los 600 millones de euros (aproximadamente el coste del Metro), repartida al 50% entre el lugar que acoge la sede y el resto de socios internacionales que colaboran en el proyecto global de energía de fusión. El coste que tendría que asumir España se dividiría entre una aportación principal de la Junta Andalucía, con la posibilidad de que se financie al 80% con fondos Feder, y una contribución igualmente importante del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Por su parte, los gobiernos locales también contribuirían al proyecto prestando terrenos u otro tipo de infraestructuras, con el añadido de que la candidatura granadina suma ya más de dos años de trabajo y maneja varias propuestas viables como sede del acelerador de partículas dentro de la provincia.
El plato fuerte de este macropoyecto es que los informes de organismos expertos avalan un retorno cercano a los 1.000 millones de euros. Aunque más allá del destacado impacto económico, lo que hace de IFMIF-DONES una verdadera ocasión de oro para Granada es que supondría todo un polo de desarrollo para crear empleo de calidad. Las estimaciones para la fase de construcción de la plataforma, que duraría ocho años, son de que se llegarían a crear 2.000 puestos de trabajo al año. Ya en la siguiente etapa de operación, con una duración de diez años, se generarían unos 1.000 empleos al año. Es decir, que en los 18 que tardaría la implantación de la energía de fusión en Granada se habrían creado más de 12.000 puestos de trabajo, de los cuales cerca de 1.000 serían puestos fijos. A todo esto hay que sumar el factor de dinamización en una provincia muy ligada a su Universidad y con cierto prestigio en el ámbito científico e investigador, donde el Parque Tecnológico de la Salud ya constituye un motor socieconómico importante.
Un espejo a mirar es Ginebra, donde en 1954 se creó el CERN, un gran acelerador de partículas que ha creado todo un cinturón de industria altamente cualificada y que ha puesto a esta ciudad suiza como el epicentro de la ciencia mundial. Evidentemente, la infraestructura a la que aspira Granada no tiene el potencial del CERN, aunque no tendría que envidiar a otros aceleradores de partículas que hay en Europa como el Darmstad (Alemania) e, incluso, sería el doble de grande que el de Alba, en Barcelona, el mayor acelerador de partículas que tiene España actualmente.
Pero para que Granada tenga posibilidades reales de tener su acelerador de partículas, las instituciones están obligadas a reactivar su interés de inmediato y no dejar en la estacada una candidatura que dentro del mundo científico ha sido valorada como muy trabajada y totalmente factible, según explican los impulsores. Aunque existen también una propuesta de Croacia, la gran rival ahora mismo es Polonia, donde están apostando muy fuerte por recibir el proyecto y han llegado a crear un grupo de presión para exprimir sus opciones. Allí ya se ha celebrado un congreso y han puesto a disposición de sus científicos todos los recursos para quedarse con IFMIF. No obstante, su debilidad reside en que técnicamente es un país inferior y tendría que contratar más mano de obra extranjera, todo lo contrario que España.
Todo esto significa que la provincia se está jugando las próximas décadas en muchos aspectos, ya que no se trata simplemente de mejorar su coyuntura socioeconómica sino que la energía de fusión se vislumbra como la gran joya del futuro. La gran virtud de la fusión es que es una energía limpia, generada a partir del agua del mar como combustible (un litro daría para el consumo de una persona durante toda su vida), y que permitiría el fin del uso de los materiales fósiles. Asimismo, IFMIF-DONES tiene importantes aplicaciones adicionales como el uso para la biomedicina, por lo que su desarrollo se antoja vital a nivel científico. Habrá que esperar a ver si finalmente España se intenta subir al carro de la fusión a través de su candidatura granadina o deja pasar una ocasión única. Queda poco más de un mes para conocer el desenlace.
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