TELESIVOS PORTÁTILES.
TELEVISIÓN
La series destinadas al público infantil van apoyadas desde los años 70 por un despligue de 'merchandising'
En España este negocio televisivo comenzó modesto, a finales de los 60 con La familia Telerín, los personajes que desde 1966, a diario, daban las buenas noches, y que se sumaban en los estantes a los personajes de Disney y de Hanna Barbera. Los Chiripitiflaúticos (Antena infantil) fue el segundo fenómeno propio de TVE que encandiló a los incipientes consumidores. Desde 1973 el prime time de la ventana infantil en la cadena pública fue la sobremesa de los sábados, desde Pippi, y con la eclosión de la japonesa Heidi. Los postres Danone vivieron su gran expansión con los cromos de las animadas Marco, El bosque de Tallac, La abeja Maya (se estrenó en 1978, a trompicones, los domingos, para rentabilizarla), Don Quijote, Fútbol en acción, y a mayor gloria de la productora BRB, D'artacán y David el Gnomo. En 1978 Mazinger Z supuso la ruptura del público infantil respecto al adulto y eso ocasionó su prematura censura en forma de cancelación. Su efímero paso fue perdurable, con el éxito de los cromos de Fher y los troquelados de Panrico, competencia de Bimbo y Cropan. TVE añadiría otra ventana los domingos desde donde se duplicó la comercialización con Ruy el pequeño Cid o Willy Fog.
Desde videojuegos a prendas de lujo, no hay producto que escape a la fisonomía de los longevos Los Simpson (factura 7.500 millones al año) o Bob Esponja.
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