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"La gente piensa que los capturamos para comerlos fritos"
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La práctica del silvestrismo cae ante la incertidumbre sobre la
posible prohibición, el desconocimiento y las limitaciones de la
normativa

Jilguero, una de las tres especies fringílidas que pueden capturarse.
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granada hoy
"La
gente piensa que los capturamos para comerlos fritos. ¿A que usted
también lo ha oído?". Adelardo Villafranca, delegado en Granada de la
Federación Andaluza de Caza, asume que la práctica del silvestrismo en
la provincia está entre la espada y la pared. De un lado, está la
rigidez de la normativa, que ha alejado a los mayores. Del otro, las
perspectivas de una posible futura prohibición ha provocado que se esté a
la expectativa y la renovación generacional se estanca. Las cifras lo
evidencia. En Granada hay censados 1.716 asociados en peñas de
silvestrismo. Son muchos menos que en 2014, cuando hubo unos 2.400
silvestristas, según los datos aportados por la Delegación de Medio
Ambiente y la propia Federación Andaluza de Caza. "La gente está a la
expectativa". El otro frente que mantiene abierta esta práctica es el
furtivismo. "Los que están legalmente no hacen daño. Los furtivos sí",
sentencia Villafranca.
Cataluña, comunidad que ha marcado el paso en
cuestiones de defensa animal, prohibió este año la captura de aves en
vivo, práctica que en España se limita a únicamente tres especies,
jilguero, verderón y pardillo, y con una única finalidad, adiestrarles
en el canto. Aquella decisión de la Generalitat sobre la práctica del
silvestrismo sacó a la calle a cientos de aficionados el pasado 1 de
octubre. En Granada, donde la actividad goza de un notable arraigo sobre
todo en la Costa, ya le ven las orejas al lobo. "Es verdad que hace un
par de años había lista de espera para entrar en una peña o asociación.
Ahora no". Los cupos de capturas marcados por la Consejería de Medio
Ambiente merman en la misma medida en la que caen las inscripciones a
las sociedades silvestristas y las expectativas de que esta práctica se
mantenga dentro de la legalidad en el futuro.
Desde 2013, para dar cumplimiento a las directivas
europeas sobre patrimonio natural, "se ha venido produciendo una
progresiva reducción significativa del número de ejemplares
autorizados", según recoge la última resolución sobre captura de aves
fringílidas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Así, en 2015 la Consejería permitió la captura en vivo de 99.750 aves,
entre jilgueros, verderones y pardillos. Este 2016, el cupo se ha
restringido a 71.986, lo que supone un 28,3% menos. En la misma línea
descendente, el número de socios de asociaciones silvestristas en
Granada ha caído un 28,5% en sólo dos años.
"Está en una decadencia absoluta", resume Miguel
Ángel Avellaneda, responsable del área de silvestrismo de la delegación
granadina de la Federación Andaluza de Caza. A él le inculcó la afición
por esta práctica su familia, oriunda de Cataluña. Suma tres décadas de
salidas al campo para capturar aves a las que educa para que participen
en concursos de canto. Cuando empezó, con 8 años, podía capturar todas
las aves que quisiera. "No me quedaba evidentemente con todas, sólo con
cinco o diez pájaros". Para este año ha conseguido permiso para
capturar, durante toda la campaña, cinco aves. "Ya no sales a gusto.
Parece que somos delincuentes".
La práctica del silvestrismo suma siglos de
tradición, normalmente transmitida de padres a hijos. Las artes de
captura de las aves se han limitado, al igual que las especies que
pueden mantenerse en cautividad. Actualmente sólo se puede utilizar una
red abatible -cuyas características vienen recogidas en la resolución
que cada año regula las capturas-, y sólo se pueden atrapar tres
especies de fringílidas, jilgueros, pardillos y verderones. En el
camino, han quedado prácticas como la del arbolillo, que los
practicantes del silvestrismo defienden como más selectiva que la red y
totalmente inocua para el ave. La prohibición de este método alejó del
campo -o al menos de la práctica del silvestrismo- a los mayores,
acostumbrados a esta modalidad. Consiste en untar la corteza de un árbol
con una sustancia pegajosa, en la que queda atrapado el animal.
Estos cambios han venido de la mano de una normativa,
impuesta desde el Ministerio de Medio Ambiente y desde Europa, cada vez
más restrictiva, ya que en territorio de la UE está prohibida la
captura en vivo de animales silvestres. En Andalucía sí se permite la
práctica del silvestrismo, pero totalmente regulada. Existe una
limitación en cuanto a las capturas, que no puede superar el 1% de la
mortalidad de la especie en el medio natural. No se permite la compra
venta de ejemplares entre silvestristas -aunque hay quien, al margen de
la ley, vende animales-, ni siquiera la cesión o el regalo. Cada
aficionado puede tener un máximo de 20 ejemplares, sólo se puede
capturar en los periodos establecidos para ello y, por supuesto, se debe
evitar el daño al animal. Los que no sirven para su adiestramiento
deben ser liberados, algo que ocurre con el 80% de las capturas, calcula
Villafranca. Deben capturarse machos y también hembras, aunque éstas no
sirvan para cantar. En cuanto al silvestrista, no puede capturar aves
el primer año de licencia y debe ir acompañado por un tutor. Las aves
deben anillarse y las condiciones en las que son retenidas están también
reguladas.
¿Por qué capturar aves vivas? "La cría en cautividad
de estas especies es muy complicada. La mortalidad es muy alta, de hasta
el 90%, de los pollos", explica Villafranca. Avellaneda añade el valor
que para los practicantes tiene salir al campo, "a disfrutarlo". En su
origen, fue la alternativa más modesta -y económica- de la caza,
práctica que, normalmente, requiere una inversión más o menos alta.
Ahora, los aficionados se sienten víctimas del "desconocimiento". "Es
cierto que hay menos aves que antes, y nos lo achacan a nosotros...",
reconoce Avellaneda, que se pregunta si no hay otros factores, como el
uso de plaguicidas, en esta situación.
La práctica del
silvestrismo está regulada por las resoluciones que cada año elabora la
Consejería. Desde la Unión Europea y el Ministerio se establecen unos
límites muy estrictos a la captura de aves. En Cataluña este año no se
ha dado ninguna licencia.
Sólo se puede capturar con redes abatibles. Cada
silvestrista tiene asignado un cupo de aves. El aficionado debe estar
asociado a una peña y contar con los permisos pertinentes. Sólo puede
quedarse con las aves que vaya a entrenar. Lo habitual es que el 80% o
el 90% de las capturas se libere por no reunir los requisitos para ser
educado.
Las aves, preferiblemente jóvenes, son capturadas con
el fin de ser educadas en el canto. Se presentan en concursos de
silvestrismo.
Desde la Federación Andaluza de Caza se censura la
práctica furtiva del silvestrismo. Se tiene constancia de que hay quien
se dedica a capturar aves para su venta, aunque desde la Federación se
explica que, por los precios a los que se venden los animales -diez
euros un jilguero- difícilmente nadie puede vivir de esto. "Para algunos
es una ayuda, sobre todo en los tiempos tan difíciles" que se han
vivido a consecuencia de la crisis, indica el responsable provincial de
la Federación, Adelardo Villafranca.
En Granada existen 1.716 silvestristas asociados en
27 peñas. El número de aves capturadas en la provincia durante la
campaña ha sido de 17.808.
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