MÁS DE 300 EXTREMEÑOS ESTÁN DISPUESTOS A DONAR SU CUERPO A LA CIENCIA HOY.ES
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La Universidad de Extremadura destaca que en un lustro la lista de donantes, cuya media ronda los 40 años, se ha duplicado
«En un lustro, todo lo relacionado con este asunto ha cambiado
radicalmente. Que se hable de esto en televisión y que se diga que
Extremadura es la región trasplantadora por excelencia hace que cada vez
sean más los que opten por esta opción», afirma Virginio
García-Martínez, catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Uex.
Apunta que la concepción sobre este aspecto en la sociedad «ha avanzado mucho» y no cree que se deba a la crisis económica, un aspecto al que sí aluden desde otras universidades como la de Valencia, Salamanca y Valladolid, ciudades en las que durante los últimos años ya no aceptan cuerpos para la docencia. Entre las causas, destaca el ahorro de los costes de un entierro. En la región extremeña, ese desembolso supone 3.500 euros, según un informe de la Unión de Consumidores de Extremadura. Si se dona el cuerpo a la ciencia la universidad en cuestión corre con todos los gastos.
«En las listas de donantes no aparecen indigentes, ni mucho menos. La
crisis económica no está detrás de este aumento», asevera
García-Martínez, quien detalla que existe un cambio de mentalidad
evidente. «Ahora hay más información y más interés. Recibimos muchas más
llamadas que antes», añade, al tiempo que recuerda los inicios. «En el
año 1975 se empezaron a donar cuerpos. Los donantes que había eran
personas que no reclamaba nadie. Entre ellos, muchos ancianos de la
posguerra cuyas familias no sabían ni que su pariente vivía».
Eso ha cambiado y, aunque los donantes son más, el problema radica en las donaciones que finalmente se realizan. La mayoría de las personas que forman parte de ese registro son, en su mayoría, jóvenes. La media ronda los 40 años, lo que hace que la universidad extremeña reciba un cuerpo anualmente. «Como mucho dos», matiza Virginio.
A eso se suman cuestiones que se suelen dar con frecuencia, aspectos en los que entran en juego la parte sentimental, las tradiciones y la cultura. Todo eso se convierte en ocasiones en un obstáculo. «Muchas veces hay algún familiar que, pese a saber que el fallecido había decidido ser donante, se siente incapaz de cumplir su voluntad, algo entendible totalmente. Si se da esa situación, evidentemente se respeta la decisión del familiar», asegura el catedrático, que alude a que en Extremadura la concepción de la vida y la muerte es muy diferente a la de otros países. «Por ejemplo, los anglosajones son un gran ejemplo de la concienciación sobre la importancia de la donación de cadáveres y eso ha llevado a que en la zona de Levante, donde hay una colonia importante de estos ciudadanos, se haya incrementado notablemente el número de cuerpos que llegan a las facultades de medicina», argumenta.
Eso no pasa en la región extremeña, donde actualmente en las instalaciones de la sala de disección de la Universidad de Extremadura hay 25 cadáveres que se utilizan en las prácticas de los alumnos de Medicina, Enfermería y Fisioterapia. «Hay universidades que no necesitan más cuerpos, pero nosotros no estamos en una situación muy boyante en cuanto a instalaciones se refiere para poder atender las donaciones», dice el catedrático, quien aclara que son suficientes para atender la demanda de formación. «En Enfermería y Fisioterapia sólo tienen la asignatura de Anatomía en primero, y en Medicina, en primero y en segundo. Además los avances tecnológicos han hecho que técnicas de exploración anatómica permitan trabajar con una imagen muy precisa de los órganos. Por tanto, no se requiere el cadáver».
Sin embargo, sí destaca que ha habido años en los que han tenido que trasladar un cadáver desde otra universidad. «Eso ahora mismo no nos lo planteamos», añade. De la misma forma que tampoco piensan en llevar a cabo ninguna campaña publicitaria para captar a posibles nuevos donantes, algo que sí se suele hacer para otro tipo de donaciones como las de sangre. «Este es un tema mucho más delicado. Nuestras visitas a cualquiera de los hospitales de la región podrían convertirse en algo muy incómodo para los enfermos y los familiares, y no queremos eso», concluye Virginio.
Apunta que la concepción sobre este aspecto en la sociedad «ha avanzado mucho» y no cree que se deba a la crisis económica, un aspecto al que sí aluden desde otras universidades como la de Valencia, Salamanca y Valladolid, ciudades en las que durante los últimos años ya no aceptan cuerpos para la docencia. Entre las causas, destaca el ahorro de los costes de un entierro. En la región extremeña, ese desembolso supone 3.500 euros, según un informe de la Unión de Consumidores de Extremadura. Si se dona el cuerpo a la ciencia la universidad en cuestión corre con todos los gastos.
Eso ha cambiado y, aunque los donantes son más, el problema radica en las donaciones que finalmente se realizan. La mayoría de las personas que forman parte de ese registro son, en su mayoría, jóvenes. La media ronda los 40 años, lo que hace que la universidad extremeña reciba un cuerpo anualmente. «Como mucho dos», matiza Virginio.
A eso se suman cuestiones que se suelen dar con frecuencia, aspectos en los que entran en juego la parte sentimental, las tradiciones y la cultura. Todo eso se convierte en ocasiones en un obstáculo. «Muchas veces hay algún familiar que, pese a saber que el fallecido había decidido ser donante, se siente incapaz de cumplir su voluntad, algo entendible totalmente. Si se da esa situación, evidentemente se respeta la decisión del familiar», asegura el catedrático, que alude a que en Extremadura la concepción de la vida y la muerte es muy diferente a la de otros países. «Por ejemplo, los anglosajones son un gran ejemplo de la concienciación sobre la importancia de la donación de cadáveres y eso ha llevado a que en la zona de Levante, donde hay una colonia importante de estos ciudadanos, se haya incrementado notablemente el número de cuerpos que llegan a las facultades de medicina», argumenta.
Eso no pasa en la región extremeña, donde actualmente en las instalaciones de la sala de disección de la Universidad de Extremadura hay 25 cadáveres que se utilizan en las prácticas de los alumnos de Medicina, Enfermería y Fisioterapia. «Hay universidades que no necesitan más cuerpos, pero nosotros no estamos en una situación muy boyante en cuanto a instalaciones se refiere para poder atender las donaciones», dice el catedrático, quien aclara que son suficientes para atender la demanda de formación. «En Enfermería y Fisioterapia sólo tienen la asignatura de Anatomía en primero, y en Medicina, en primero y en segundo. Además los avances tecnológicos han hecho que técnicas de exploración anatómica permitan trabajar con una imagen muy precisa de los órganos. Por tanto, no se requiere el cadáver».
Sin embargo, sí destaca que ha habido años en los que han tenido que trasladar un cadáver desde otra universidad. «Eso ahora mismo no nos lo planteamos», añade. De la misma forma que tampoco piensan en llevar a cabo ninguna campaña publicitaria para captar a posibles nuevos donantes, algo que sí se suele hacer para otro tipo de donaciones como las de sangre. «Este es un tema mucho más delicado. Nuestras visitas a cualquiera de los hospitales de la región podrían convertirse en algo muy incómodo para los enfermos y los familiares, y no queremos eso», concluye Virginio.
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