"ASI DEJAMOS DE SER MINIS" IDEAL ALMERIA
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En los últimos doce meses, 128.400 jóvenes empezaron a tener ocupación. A pesar de todo, siguen siendo más del doble de quienes trabajan y estudian. Luis, Jael y Rubén son la prueba de que es posible
Desde luego, nadie puede echarle nada en cara. Al contrario.
Luis es la prueba viviente de lo que es capaz de hacer un joven cuando
lo que le sobran son ganas. Él es uno de los muchos que no entienden que
en este país, según el último informe de la Oficina Europea de
Estadística, el 21% de los jóvenes de entre 15 y 29 años ni estudien ni
trabajen. «Es una verdadera tragedia para toda una generación», asegura,
reconociendo que actualmente en España no hay mucho trabajo decente
para la gente joven. «Que alguien no estudie no lo concibo. Muy mal
tienen que estar las cosas para que no puedas formarte cuando hay mil
posibilidades de hacerlo de forma gratuita. Otra cosa es lo del trabajo.
Es cierto que la mayor parte de las ofertas son malas. No solo desde el
punto de vista económico, también desde el de las condiciones».
De que las cosas no van todo lo bien que deberían da idea la última actualización estadística realizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte basada en la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre del año. Según esta fuente, en España hay 1.420.800 jóvenes que no están ni a una cosa ni a la otra. Un número considerable que, sin embargo, apunta una ligera mejoría: en los últimos doce meses, 128.400 jóvenes ha dejado de ser eso que un buen día comenzó a llamarse ‘ninis’.
En cualquier caso, Rubén es afortunado. El destino lo ha colocado en una de las pocas empresas de este país que tienen claro que en el entorno actual, en el que los cambios se producen a un ritmo vertiginoso, la formación continua es una exigencia. Beatriz de Miguel, directora de Desarrollo de Talento y Compromiso de la multinacional, apunta que Indra cuenta con un modelo de gestión del talento que pone al profesional en el centro de su formación y le permite hacerse responsable de su futuro dentro de la compañía en función de sus necesidades, capacidades y voluntad de progreso. Para hacerlo tienen lo que ellos llaman planes de carrera pero, sobre todo, un innovador modelo de universidad corporativa. «Indra Open University se adapta a las necesidades de nuestros profesionales. Un campus virtual facilita que los empleados puedan tener acceso a la formación cuando y donde lo deseen. Pero, además, el papel de los profesionales es clave en la propia construcción de la universidad colaborando y compartiendo conocimientos, actuando como ‘community managers’ de las distintas comunidades con las que cuenta el campus virtual o, incluso, formando parte del claustro de profesores», dice De Miguel apuntando que, además, la política de conciliación de Indra ayuda, y mucho. «Los trabajadores tienen flexibilidad horaria de entrada, salida y en el tiempo de comida; una semana laboral comprimida, en la que no se trabaja los viernes por la tarde; permisos por exámenes (10 días anuales o 20 medias jornadas); la posibilidad de solicitar una excedencia durante tres meses y de hasta nueve para realizar tareas de voluntariado; además de otras medidas concretas para los profesionales con hijos o personas con discapacidad a su cargo». Vamos, como la mayoría.
Jael tiene 21 años y vive con sus abuelos, que ya están jubilados. Forma parte de ese inmenso grupo de jóvenes que por una u otra razón no han conseguido abandonar el hogar familiar. El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España ha publicado en su último informe que la población joven de 16 a 29 años que reside de forma independiente de su familia se ha situado por primera vez en 12 años por debajo del 20%. De hecho, en el segundo trimestre de 2016 este índice se fijó en el 19,7%, lo que representa una tasa de emancipación un 4,84% inferior a la registrada en el mismo periodo de 2015. Vamos, que ocho de cada diez jóvenes ni han salido, ni parecen tener intención o posibilidades de salir de casa, y aunque ha crecido el número de ‘sisis’, los ‘ninis’ siguen siendo la mayoría.
El único consuelo es que no somos los únicos: el último informe de la Organización Internacional del Trabajo apunta a que cada vez son más los jóvenes que ni trabajan ni estudian después de analizar la situación en 28 países; en concreto, uno de cada cuatro.
De que las cosas no van todo lo bien que deberían da idea la última actualización estadística realizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte basada en la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre del año. Según esta fuente, en España hay 1.420.800 jóvenes que no están ni a una cosa ni a la otra. Un número considerable que, sin embargo, apunta una ligera mejoría: en los últimos doce meses, 128.400 jóvenes ha dejado de ser eso que un buen día comenzó a llamarse ‘ninis’.
En la élite
Rubén Fernández es un guadalajareño de 27 años, ingeniero
informático por la Universidad Autónoma de Madrid, que lleva casi cuatro
años en Indra, la multinacional española que ha conseguido situarse a
la cabeza mundial en servicios de consultoría sobre transporte, defensa,
energía, telecomunicaciones y servicios financieros, y desde entonces
no ha parado. El chaval llegó a la segunda compañía europea por
capitalización bursátil de su sector para hacer unas prácticas y se
quedó. Ahora está adscrito al departamento comercial y de marketing que
desarrolla los servicios de tráfico aéreo, un área desde la que Indra
gestiona el cielo de más de medio mundo, y aún ha tenido tiempo para
cursar un máster sobre gestión de la información y conocimiento de las
organizaciones y embarcarse en otro sobre desarrollo empresarial. ¿Que
cómo lo hace? Se levanta a las siete y media de la mañana, una ducha y
un desayuno rápido lo dejarán a las nueve en la oficina pero, para
cuando llega, ha aprovechado el tiempo que tarda en ir hasta Torrejón de
Ardoz en tren, unos 40 minutos, para leer y estudiar. Dice que Indra le
ha puesto fácil seguir ampliando su formación. Al acabar su jornada, a
eso de las seis, todavía dedica un par de horas al máster y aún le queda
tiempo para jugar al baloncesto un par de días a la semana y tocar la
batería. «Tenemos un grupo de música, Camino Equivocado, y de vez en
cuando hay que ensayar. La verdad es que, organizándote, hay tiempo para
todo», dice mientras una piensa en cómo puede alguien ser capaz de
sacar tanto provecho a 24 horas y si duerme en algún momento. En cualquier caso, Rubén es afortunado. El destino lo ha colocado en una de las pocas empresas de este país que tienen claro que en el entorno actual, en el que los cambios se producen a un ritmo vertiginoso, la formación continua es una exigencia. Beatriz de Miguel, directora de Desarrollo de Talento y Compromiso de la multinacional, apunta que Indra cuenta con un modelo de gestión del talento que pone al profesional en el centro de su formación y le permite hacerse responsable de su futuro dentro de la compañía en función de sus necesidades, capacidades y voluntad de progreso. Para hacerlo tienen lo que ellos llaman planes de carrera pero, sobre todo, un innovador modelo de universidad corporativa. «Indra Open University se adapta a las necesidades de nuestros profesionales. Un campus virtual facilita que los empleados puedan tener acceso a la formación cuando y donde lo deseen. Pero, además, el papel de los profesionales es clave en la propia construcción de la universidad colaborando y compartiendo conocimientos, actuando como ‘community managers’ de las distintas comunidades con las que cuenta el campus virtual o, incluso, formando parte del claustro de profesores», dice De Miguel apuntando que, además, la política de conciliación de Indra ayuda, y mucho. «Los trabajadores tienen flexibilidad horaria de entrada, salida y en el tiempo de comida; una semana laboral comprimida, en la que no se trabaja los viernes por la tarde; permisos por exámenes (10 días anuales o 20 medias jornadas); la posibilidad de solicitar una excedencia durante tres meses y de hasta nueve para realizar tareas de voluntariado; además de otras medidas concretas para los profesionales con hijos o personas con discapacidad a su cargo». Vamos, como la mayoría.
Sin levantar el vuelo
Hay quienes no tienen la suerte de haber encontrado trabajo
en una empresa como Indra y, como Jael Martín, siguen luchando cada día
por hacerse un hueco en el complicado mercado de trabajo. Estudiante de
Finanzas en la Universidad de Valladolid, compagina la carrera con todo
lo que, como modelo y azafata de eventos, le va saliendo. Ella opina que
no es fácil hacer las dos cosas a la vez, pero está convencida de que,
con un poco de empeño, se puede lograr. «Yo empecé a trabajar porque
comencé a ser conscientes de que las matrículas son caras y de que para
poderme dar un capricho de vez en cuando era lo mejor».Jael tiene 21 años y vive con sus abuelos, que ya están jubilados. Forma parte de ese inmenso grupo de jóvenes que por una u otra razón no han conseguido abandonar el hogar familiar. El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España ha publicado en su último informe que la población joven de 16 a 29 años que reside de forma independiente de su familia se ha situado por primera vez en 12 años por debajo del 20%. De hecho, en el segundo trimestre de 2016 este índice se fijó en el 19,7%, lo que representa una tasa de emancipación un 4,84% inferior a la registrada en el mismo periodo de 2015. Vamos, que ocho de cada diez jóvenes ni han salido, ni parecen tener intención o posibilidades de salir de casa, y aunque ha crecido el número de ‘sisis’, los ‘ninis’ siguen siendo la mayoría.
El único consuelo es que no somos los únicos: el último informe de la Organización Internacional del Trabajo apunta a que cada vez son más los jóvenes que ni trabajan ni estudian después de analizar la situación en 28 países; en concreto, uno de cada cuatro.
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