OPINION DE MALAGA
La demanda de recursos para las personas con Alzheimer y otras demencias en el Norte de la provincia de Málaga fue el motivo por el cual en 2001 nació la Asociación de Alzheimer de Antequera (AFEDAC), pues según indican desde el colectivo, las últimas estadísticas muestran que aproximadamente un millar de personas están afectadas de manera directa por esta enfermedad en la comarca de Antequera.
Desde entonces y después de 20 años, el objetivo siempre ha sido prestar atención directa a las personas afectadas así como a sus familiares y cuidadores con la pretensión de mejorar su calidad de vida. «Aunque el enfermo es el eje principal de la asociación, muchas veces pensamos solamente en él cuando la gente que hay a su alrededor también desarrolla diferentes patologías como la depresión o la ansiedad por el hecho de estar a su cuidado constantemente», explica Antonio Domínguez, psicólogo de la asociación y miembro veterano desde hace 14 años.
Los servicios que ofrecen son fundamentales para los enfermos con pérdida de memoria ya que «evitamos que la enfermedad avance e incluso conseguimos mejoría a través de la estimulación de las áreas afectadas, pero como poco logramos estabilizarla».
Estos 20 años han dejado, nunca mejor dicho, momentos memorables en AFEDAC como fue el anuncio de la construcción y puesta en funcionamiento de un Centro de Estancia Diurna. «Recibimos esa información con mucha ilusión, porque significaba dotar a Antequera y comarca de una infraestructura muy valiosa, aunque la demora está siendo eterna», manifiestan.
En este sentido, Domínguez destacó el cariño que han recibido de la ciudadanía y que ha quedado patente en muchas ocasiones a lo largo de estas dos décadas. «Nunca olvidaremos el gran apoyo que recibimos cuando realizamos la campaña pro apertura del Centro de Estancia Diurna, donde conseguimos más de 10.000 firmas, un 25% del total de la población en Antequera».
Otro ejemplo reciente fue el peligro de la permanencia de la sede durante el invierno debido a que no se podían asegurar las condiciones de ventilación idóneas, ya que el mantener las ventanas abiertas no era compatible con la salud de los usuarios, por lo que la población se volcó donando recursos económicos para la adquisición de purificadores de aire. «Nos vimos desbordados de solidaridad», asegura.
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